14.3.11

Una visita al correo, un dulce mensaje en el buzón

"El dulce mensaje" es el subtítulo de PostData, un bar sito en Azcuénaga al 1700 y uno de mis rincones favoritos de la ciudad. Ya desde antes de entrar al local los ojos son doblemente caputrados: en primer lugar, un sticker que lo certifica entre los más votados de 2010 de la Guía Óleo; en segundo, y acaso mucho más relevante, todas aquellas cosas que podemos ver contra el cristal que del interior nos separa, una bien cuidada mixtura de cosas dulces y bolsitas de regalo, sillitas y buzones de miniatura, algún verde, alguna tetera, todo muy cute. Una vez adentro, podemos ver cómo se despliegan y multiplican a través de todo el salón distintos objetos e imágenes, palabras, en fin, una extensa y variada serie de referencias al correo postal. ¿Y por qué el correo? En la carta podemos encontrar la "razón por la que PostData existe y es lo que es":
El correo, un sitio que antiguamente ofrecía el importante y especial servicio de comunicar personas unidas sentimentalmente pero separadas geográficamente, cada día pierde más su verdadero sentido. Es por eso que los mensajes que llegan ya no son los mismos de antes.

Con ánimo de rescatar la historia, se relaciona la pastelería artesanal con las cartas escritas a mano enviadas por correo. PostData busca recordar, para no olvidar, lo que se es capaz de hacer con las manos.

Es por eso que en cada plato, en cada creación pretendemos enviarte un dulce mensaje que refleje nuestro compromiso de ofrecer algo único y especial... 
Así, los collages de estampillas en el fondo, el avión y las cartas suspendidas en el aire, los pequeños buzones que nos traen la cuenta, etcétera, cobran toda una nueva dimensión significativa; y emotiva. Y es que, en efecto, salir a comer o a tomar algo necesita un poco de eso: es una experiencia para vivir con todos los sentidos, en donde son igualmente imprescindibles la buena comida como la buena compañía, un ambiente y un servicio amables y acordes a nuestra disposición anímica; y en estas dos últimas categorías no hay quien le gane a PostData. Hay que conocer el lugar en primera persona para poder comprender de qué estoy hablando: es como entrar en un mundo mágico que casi imperceptiblemente lo va envolviendo a uno, desde la temática y los colores entrando por los ojos hasta los aires de jazz que llegan a nuestros oídos, el universo PD ya en vínculo simbiótico con el espíritu propio.

Pero, claro, en virtud de lo dicho hasta aquí, para hacer que esta experiencia valga la pena, nos está faltando algo imprescindible: la parte gastronómica. Las cosas dulces, debo decir, son de las mejores que he probado en los últimos años. Desde la bomba chocolatosa que es la torta trufada hasta la delicadeza frutal de la tarteleta de pera, pasando por unos macarons y unos cupcakes únicos e inigualables, cada pequeña creación  encuentra su balance perfecto del dulce porteño y la sofisticación parisina, todas y cada una de ellas ideales para un bocadillo de media mañana o una apetitosa merienda. Si la idea es un almuerzo ligero, la oferta de ensaladas, wraps, bagels y sandwiches aptos para el paladar más exigente: combinaciones clásicas y no tanto, frescas, punzantes, seductoras, complacientes, meticulosamente armadas para la satisfacción de los más diversos gustos.

Para acompañar los dulces, probablemente la mejor opción sea elegir entre los cinco blends de Tealosophy que vienen en carta aparte. Si buscamos algo más refrescante, los distintos jugos caseros que se nos ofrecen son uno más maravilloso que el otro, y son también el complemento ideal para, por ejemplo, una rica ensalada. Quizás el punto flojo, la decepción, lo encontramos en el café: hasta no hace mucho tiempo  provisto por Lavazza, ahora sólo queda el cartel al frente del local, mientras que de la infusión se hace cargo la Central de café: un colombiano con mucha acidez y poco cuerpo que no está a la altura de la cocina de PostData.

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