14.3.11

UKTV 2011

Hace un par de meses, tratando de conseguir un lugar de donde descargar el piloto de Lewis, me crucé con un tracker destinado a las producciones de radio y televisión británicas. Como evidentemente no me gasté en leer FAQ & rules al crear mi cuenta, a las pocas horas de estar usándola me las vi con problemas de share ratio. Empecé a buscar la forma de solucionar estos issues, y descubrí que, curiosamente, lo mejor que podía hacer era seguir frenéticamente bajando cosas, aunque no exactamente lo que yo estaba buscando; el resultado: terminé descubriendo un montón de cosas que lograron captar mi atención. Paso a hacer un caprichoso top five  de los estrenos televisivos del Reino Unido de este año:


Como buen descendiente de japoneses que soy no puedo desconocer el origen de mi sangre. Algo de japonés hablo, tengo un mínimo background cultural (sobre todo gastronómico), incluso pasé un mes en suelo nippon hace algunos años; sin embargo, siempre me quedé con la sensación de que necesitaba saber mucho más sobre la vida en las tierras de mis ancestros. Cuando descubrí la existencia de este documental en tres partes no pude sino aprovechar la oportunidad. La propuesta es bastante simple: Justin viaja a Japón a "vivir como japonés", yendo a lugares y haciendo cosas que no son exactamente for export. Si bien no descubrí nada sustancialmente nuevo, debo confesar que sí me he sorprendido en varias ocasiones por los extremos a los que estos tipos pueden llegar. En definitiva, Justin Lee Collins: Turning Japanese es una excelente oportunidad para descubrir la otra cara de esa sociedad tan idílica que se nos pinta en general. Y, si descubren que los tipos que aparecen acá tienen poco y nada que ver con lo que desde el terremoto nos cuentan los medios todo el tiempo... bueno, ambas caras son igualmente representativas del japonés promedio.

El chef Hugh Fearnely-Whittingstall es un viejo conocido para los televidentes británicos, al igual que sus preocupaciones por el origen y la sustentabilidad de la producción de las materias primas que llegan a nuestra cocina. Esta vez, lo que inquieta a Hugh viene del mar: las especies en peligro, las restricciones y los problemas de la pesca, y la paupérrima variedad de pescados que se consumen masivamente en el Reino Unido. Decidido a hacer algo al respecto, nos preparó un documental (también en tres partes) en el que se dedica a embarcarse en buques pesqueros, visitar criaderos, llevar alternativas gastronómicas a la gente, organizar manifestaciones e interpelar a políticos y grandes empresas, con la finalidad de diversificar el consumo para proteger a las especies amenazadas y frenar lo que él mismo describe como "una locura": las toneladas de peces muertos (muchas veces, irónicamente, los más demandados) que son arrojadas de vuelta al mar. Ver las imágenes me produjo verdaderos escalofríos. Y también me dio ganas de comer pescado, por lo cual me vino fantástico el bonus track de este documental: las Jamie's Fish Suppers, diez emisiones de tres o cuatro minutos en cada una de las cuales el gran Jamie Oliver nos trae un plato de pescado distinto.

Hace varios años que Brendan O'Carroll viene interpretando el papel de Agnes Brown, y era hora ya de que la ¿querida? ama de casa llegara a la pantalla chica. 2011 parece ser el año elegido, y vaya si ocurrió de buena manera. Mrs. Brown's Boys es una sitcom, como cualquier otra, y a la vez no. Por empezar, es irlandesa; eso significa que cuesta tres o cuatro veces más que con una yankee o una inglesa entender cada puta palabra que se dice. Y digo "puta" porque se lo merece: la palabra más frecuentemente dicha en la serie debe ser algún equivalente de las tierras de San Patricio. Además, en los seis episodios se usan sólo tres escenarios de interior, muy convenientemente dispuestos el uno al lado del otro. Esto lo podemos ver en algún paneo, o con alguna cámara cruzándose por el lugar equivocado en el momento equivocado, para dar lugar así al gag indicado por parte de nuestra protagonista. En cuanto al libreto, baste decir que nos encontramos ante una versión irlandesa y malhablada de la típica idishe mame y la convivencia con sus ya creciditos hijos... y el abuelo, pobrecito, víctima de casi todas las maldades y bizarreadas del guionista (y también de Agnes). Sencillamente imperdible.
Cuando vi que podía descargar algo que se llamaba como la canción de Morcheeba y estaba en la categoría de documentales ni lo pensé. Hitteé el link y a esperar una media hora a ver de qué se trataba. Y vaya que me llevé una sorpresa. ¿Roma no fue construída en un día? No, claro, obviamente suena a imposible; pero acá nos tiran evidencia concreta. Lo que vamos a ver en este documental/reality es un grupo de seis obreros (o cinco y un capataz) reclutados en pleno Siglo XXI para construir una típica residencia romana... con los materiales y tecnologías de las épocas de Jesucristo. Y tienen seis meses para hacerlo. Al tiempo que podemos divertirnos viendo el desarrollo de las relaciones interpersonales de los obreros y sus avances (y retrocesos) en la obra, vamos descubriendo junto con ellos las maravillas del ars architectonica de los romanos. Entretenido y educativo, este programa es, para mí (estudiante de filosofía antigua, por lo demás), un verdadero must.

Sinceramente, no sé qué decir. Que nunca en mi vida me había reído tanto viendo TV. Que vuelvo a verlo, una y otra vez, y me sigo riendo tanto como la primera. Que algunas de las performances son absolutamente geniales. Seguramente, recordarán Whose Line Is It Anyway?. Bueno, Fast and Loose es un show de improvisaciones que va en esa línea. Y, en lo que respecta a mi recuerdo de Whose Line...? (en su versión yankee, la inglesa la estoy empezando a ver recién ahora), esta nueva serie de la BBC Two le pasa el trapo. Y para qué seguir malgastando el tiempo (el de ustedes, lectores, y también el mío) escribiendo si, dicen, una imagen vale más que mil palabras. Les dejo, entonces, dos videos para que se descostillen de la risa. El primero consiste en improvisar una escena, pero... bueno, el juego se llama Forward, Rewind, imagínense. El segundo es el Interpretative Dance, en donde un tipo baila la letra de una canción y otros dos (que evidentemente no la están escuchando) tienen que adivinar cuál es.



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