23.5.11

Panty & Stocking with Garterbelt, o de cómo unos nippones enfermos se fueron (literalmente) a la mierda

Tras (o más bien en medio de) algunas semanas o meses un tanto complicadas en mi vida, vuelvo a postear en este blog, recuperando una entrada que dejé a medio escribir hace ya tiempo. Ocurre que desde hace un rato estoy al pedo en el laburo, y ya no sé qué hacer para no quedarme dormido. Y, claro, no me da la cara para calzarme los auriculares y ponerme a ver un capítulo de Panty & Stocking. El post, entonces, arrancaba así:


El mundo del anime es uno del cual, hasta hace unos meses, poco y nada había participado: hasta entonces, sólo había visto aqeullas series que habían llegado durante los '90 a la pantalla de Magic Kids o algún otro canal infantil, léase: Captain Tsubasa, Dragon Ball, Ranma 1/2, Saint Seiya, Pokémon y, mi debilidad, Detective Conan. Este verano descubrí Gosick y Fractale, Zero no Tsukaima y algún que otro título más,  todo muy acorde a mi idea de lo que el anime es y debe y puede ser... hasta que me choqué con Panty & Stocking. No estaba preparado para lo que iba a ver, ni un poquito. Sólo tenía la referencia de Wikipedia, que aquí transcribo:
Panty & Stocking with Garterbelt (パンティ&ストッキングwithガーターベルト Panti ando Sutokkingu wizu Gātāberuto?) es una serie anime de Acción-Comedia producida por Gainax. Inició su transmisión el 1° de Octubre de 2010 en BS NTV (un servicio satelital libre de Nippon Television) y con transmisión simultanea en Crunchyroll.1 2 Es también sindicado terrestre en 8 mercados, incluyendo unos pocos afiliados de TXN como TVQ, y pocos miembros de JAITS como Tokyo MX. Se espera una segunda temporada del animé en marzo u octubre de 2011.
Panty y Stocking, las hermanas Anarchy, son ángeles quienes fueron expulsadas del cielo debido a su mal comportamiento. Son mandadas a Daten City (un juego de palabras a partir del japonés datenshi (堕天使, lit. ángel caido)), un lugar localizado en algún lugar entre el Cielo y el Infierno. Monstruos extraños llamados "Fantasmas" empiezan a aterrorizar el lugar, pero bajo el ojo vigilante del reverendo Garterbelt, les toca a Panty y Stocking destruir a esos Fantasmas, y al hacerlo reciben Heavens (monedas del Cielo) las cuales les permitirán regresar al cielo cuando tenga suficientes. 

La primera sorpresa que me llevé fue con el opening, cuya propuesta estética, desde la música, pasando por el montaje hasta el estilo de animación, entraba en absoluta contradicción con mi idea de anime. A medida que el primer capítulo iba avanzando, lo mismo ocurría con mi estado de shock: la sensación era algo así como que un ponja loco había agarrado una licuadora en la que metió Ren & Stimpy, Powerpuff Girls, Ranma 1/2 y la mierda cerebral de Tarantino o John Waters, todo en partes iguales, después le mandó salsa de soja y wasabi y dejó la licuadora girando durante una hora: dinamita pura.


Y es que ése es el secreto detrás de esta serie: armar un cóctel explosivo, no dudar en meterse de lleno en los escabrosos terrenos de lo bizarro y lo escatológico, combinar una estética propia de la animación norteamericana con personajes estereotípicamente nippones, plagar las escenas de erotismo e insultos y acabar con finales felices por medio de la violencia y la destrucción. Así nos encontramos con una serie protagonizada por una rubia puta y una gothloli con alma de gorda, cuyo curso de acción viene dado por los mensajes divinos que les transmite un negro pedófilo y comeverga, donde los monstruos son literalmente un rejunte de vómito o mierda, y la salvación llega de la mano del caos, la ruina, y la muerte.


22.3.11

Morcheeba @ Luna Park, 2011.Mar.21

photo: Agustín Dusserre @ RollingStone


21.00, estoy llegando a las inmediaciones del Luna Park justo a la hora acordada, cuando me llega un SMS diciendo "Retrasada estoy": al igual que había ocurrido semanas atrás en ocasión del recital de Kate Nash, la rubia me iba a clavar una media hora esperándola. Decí que justo ahí en la puerta me crucé con José, pibe al que había conocido en cierto evento literario allá por 2008, y la charla con él amenizó la cosa. Eventualmente Clara llegó, acompañada por Flor, y enfilamos para adentro del estadio. Encontramos nuestros asientos y, cinco o diez minutos más tarde, la banda subía al escenario.

Arrancaron con una hipnótica The Sea, tras la cual Skye se dedicó a saludar al aburrido público porteño e instarlo a que se pusiera de pie. Y entonces se paró toda la platea, pero no se les movió un solo pelo cuando empezó a sonar Friction; si hace unos meses me había quejado vía Twitter de lo poco que estaba bailando la gente con Thievery Corporation, anoche no hice lo mismo por el simple motivo de que no me entraba en la cabeza cómo era que no había uno solo que se estuviera moviendo. Amargura en estado puro. Recién cuando llegó el hitazo (Part of the Process), promediando el setlist, la audiencia pareció encenderse. No por mucho: cuando, minutos más tarde, Skye pretendió que su público cantara junto a ella en Beat of the Drum, ya estaban todos de vuelta en sus asientos.

De cualquier manera, debo decir que gran parte de la responsabilidad de esto corresponde a la productora. Evidentemente, acá no tienen la más puta idea de dónde hacer cada espectáculo. Así como Niceto o La Trastienda habrían estado mucho mejor que el Coliseo para el show de Kate Nash, lo mismo ocurre con Morcheeba: ni por asomo se trata de una banda para que la gente esté sentada; y mucho menos para tener que bancarse el sonido de mierda del Luna Park. Creo que no tardé ni diez minutos en recordar por qué no pasaba por ahí desde 2005, cuando salí puteando tras el recital de Placebo.

Hechos los descargos, entonces, prosigo: contra todas las adversidades, la banda se las arregló para ser una maravilla. Tanto, que llegué a twittear que "Ni siquiera el sonido de mierda del Luna Park puede evitar que Morcheeba (y sobre todo Skye) sea sensualidad en estado puro". Y es que, cuando trato de pensar en música+sensualidad, se me vienen a la mente algunos temas de Thievery Corporation o St. Germain, Joss Stone, BB King, Zero 7 o Soda Stereo, etcétera, y la discografía entera de Morcheeba. Y, claro, Skye es un factor determinante: no sólo por esa voz magnífica que tiene o su técnica vocal, sino también (y anoche quedó bien clarito) porque cuando se sube a un escenario deja en plena evidencia el carácter y la actitud que la sostienen. Desde su acercarse a la cámara para un close-up a los zapatos con los que estaba a punto de saltar por todo el set, hasta los mini-breaks en medio del show para firmar (y hacer firmar) autógrafos o el referirse al público masculino como "chongos" y ni siquiera trastabillar ante la carcajada general.

Finalmente, y como no podría haber sido de otra manera, el espectáculo encontró un cierre bien arriba con los dos éxitos más moviditos de los británicos: Be Yourself (con un sorprendente corte en el medio para escuchar a la vocalista entonar unas líneas harto familiares, algo así como "Hey, Mr. DJ, put the record on...") y un medley que empezó con un cover (del cover) de Jimmy Clifff (de Johnny Nash), I Can See Clearly Now, y terminó con Rome Wasn't Built in a Day; ahí sí, por fin, gran parte del público logró despegarse de las butacas y ponerse a bailar. En otras palabras: el cierre perfecto, un final feliz.


14.3.11

Una visita al correo, un dulce mensaje en el buzón

"El dulce mensaje" es el subtítulo de PostData, un bar sito en Azcuénaga al 1700 y uno de mis rincones favoritos de la ciudad. Ya desde antes de entrar al local los ojos son doblemente caputrados: en primer lugar, un sticker que lo certifica entre los más votados de 2010 de la Guía Óleo; en segundo, y acaso mucho más relevante, todas aquellas cosas que podemos ver contra el cristal que del interior nos separa, una bien cuidada mixtura de cosas dulces y bolsitas de regalo, sillitas y buzones de miniatura, algún verde, alguna tetera, todo muy cute. Una vez adentro, podemos ver cómo se despliegan y multiplican a través de todo el salón distintos objetos e imágenes, palabras, en fin, una extensa y variada serie de referencias al correo postal. ¿Y por qué el correo? En la carta podemos encontrar la "razón por la que PostData existe y es lo que es":
El correo, un sitio que antiguamente ofrecía el importante y especial servicio de comunicar personas unidas sentimentalmente pero separadas geográficamente, cada día pierde más su verdadero sentido. Es por eso que los mensajes que llegan ya no son los mismos de antes.

Con ánimo de rescatar la historia, se relaciona la pastelería artesanal con las cartas escritas a mano enviadas por correo. PostData busca recordar, para no olvidar, lo que se es capaz de hacer con las manos.

Es por eso que en cada plato, en cada creación pretendemos enviarte un dulce mensaje que refleje nuestro compromiso de ofrecer algo único y especial... 
Así, los collages de estampillas en el fondo, el avión y las cartas suspendidas en el aire, los pequeños buzones que nos traen la cuenta, etcétera, cobran toda una nueva dimensión significativa; y emotiva. Y es que, en efecto, salir a comer o a tomar algo necesita un poco de eso: es una experiencia para vivir con todos los sentidos, en donde son igualmente imprescindibles la buena comida como la buena compañía, un ambiente y un servicio amables y acordes a nuestra disposición anímica; y en estas dos últimas categorías no hay quien le gane a PostData. Hay que conocer el lugar en primera persona para poder comprender de qué estoy hablando: es como entrar en un mundo mágico que casi imperceptiblemente lo va envolviendo a uno, desde la temática y los colores entrando por los ojos hasta los aires de jazz que llegan a nuestros oídos, el universo PD ya en vínculo simbiótico con el espíritu propio.

Pero, claro, en virtud de lo dicho hasta aquí, para hacer que esta experiencia valga la pena, nos está faltando algo imprescindible: la parte gastronómica. Las cosas dulces, debo decir, son de las mejores que he probado en los últimos años. Desde la bomba chocolatosa que es la torta trufada hasta la delicadeza frutal de la tarteleta de pera, pasando por unos macarons y unos cupcakes únicos e inigualables, cada pequeña creación  encuentra su balance perfecto del dulce porteño y la sofisticación parisina, todas y cada una de ellas ideales para un bocadillo de media mañana o una apetitosa merienda. Si la idea es un almuerzo ligero, la oferta de ensaladas, wraps, bagels y sandwiches aptos para el paladar más exigente: combinaciones clásicas y no tanto, frescas, punzantes, seductoras, complacientes, meticulosamente armadas para la satisfacción de los más diversos gustos.

Para acompañar los dulces, probablemente la mejor opción sea elegir entre los cinco blends de Tealosophy que vienen en carta aparte. Si buscamos algo más refrescante, los distintos jugos caseros que se nos ofrecen son uno más maravilloso que el otro, y son también el complemento ideal para, por ejemplo, una rica ensalada. Quizás el punto flojo, la decepción, lo encontramos en el café: hasta no hace mucho tiempo  provisto por Lavazza, ahora sólo queda el cartel al frente del local, mientras que de la infusión se hace cargo la Central de café: un colombiano con mucha acidez y poco cuerpo que no está a la altura de la cocina de PostData.

UKTV 2011

Hace un par de meses, tratando de conseguir un lugar de donde descargar el piloto de Lewis, me crucé con un tracker destinado a las producciones de radio y televisión británicas. Como evidentemente no me gasté en leer FAQ & rules al crear mi cuenta, a las pocas horas de estar usándola me las vi con problemas de share ratio. Empecé a buscar la forma de solucionar estos issues, y descubrí que, curiosamente, lo mejor que podía hacer era seguir frenéticamente bajando cosas, aunque no exactamente lo que yo estaba buscando; el resultado: terminé descubriendo un montón de cosas que lograron captar mi atención. Paso a hacer un caprichoso top five  de los estrenos televisivos del Reino Unido de este año:


Como buen descendiente de japoneses que soy no puedo desconocer el origen de mi sangre. Algo de japonés hablo, tengo un mínimo background cultural (sobre todo gastronómico), incluso pasé un mes en suelo nippon hace algunos años; sin embargo, siempre me quedé con la sensación de que necesitaba saber mucho más sobre la vida en las tierras de mis ancestros. Cuando descubrí la existencia de este documental en tres partes no pude sino aprovechar la oportunidad. La propuesta es bastante simple: Justin viaja a Japón a "vivir como japonés", yendo a lugares y haciendo cosas que no son exactamente for export. Si bien no descubrí nada sustancialmente nuevo, debo confesar que sí me he sorprendido en varias ocasiones por los extremos a los que estos tipos pueden llegar. En definitiva, Justin Lee Collins: Turning Japanese es una excelente oportunidad para descubrir la otra cara de esa sociedad tan idílica que se nos pinta en general. Y, si descubren que los tipos que aparecen acá tienen poco y nada que ver con lo que desde el terremoto nos cuentan los medios todo el tiempo... bueno, ambas caras son igualmente representativas del japonés promedio.

El chef Hugh Fearnely-Whittingstall es un viejo conocido para los televidentes británicos, al igual que sus preocupaciones por el origen y la sustentabilidad de la producción de las materias primas que llegan a nuestra cocina. Esta vez, lo que inquieta a Hugh viene del mar: las especies en peligro, las restricciones y los problemas de la pesca, y la paupérrima variedad de pescados que se consumen masivamente en el Reino Unido. Decidido a hacer algo al respecto, nos preparó un documental (también en tres partes) en el que se dedica a embarcarse en buques pesqueros, visitar criaderos, llevar alternativas gastronómicas a la gente, organizar manifestaciones e interpelar a políticos y grandes empresas, con la finalidad de diversificar el consumo para proteger a las especies amenazadas y frenar lo que él mismo describe como "una locura": las toneladas de peces muertos (muchas veces, irónicamente, los más demandados) que son arrojadas de vuelta al mar. Ver las imágenes me produjo verdaderos escalofríos. Y también me dio ganas de comer pescado, por lo cual me vino fantástico el bonus track de este documental: las Jamie's Fish Suppers, diez emisiones de tres o cuatro minutos en cada una de las cuales el gran Jamie Oliver nos trae un plato de pescado distinto.

Hace varios años que Brendan O'Carroll viene interpretando el papel de Agnes Brown, y era hora ya de que la ¿querida? ama de casa llegara a la pantalla chica. 2011 parece ser el año elegido, y vaya si ocurrió de buena manera. Mrs. Brown's Boys es una sitcom, como cualquier otra, y a la vez no. Por empezar, es irlandesa; eso significa que cuesta tres o cuatro veces más que con una yankee o una inglesa entender cada puta palabra que se dice. Y digo "puta" porque se lo merece: la palabra más frecuentemente dicha en la serie debe ser algún equivalente de las tierras de San Patricio. Además, en los seis episodios se usan sólo tres escenarios de interior, muy convenientemente dispuestos el uno al lado del otro. Esto lo podemos ver en algún paneo, o con alguna cámara cruzándose por el lugar equivocado en el momento equivocado, para dar lugar así al gag indicado por parte de nuestra protagonista. En cuanto al libreto, baste decir que nos encontramos ante una versión irlandesa y malhablada de la típica idishe mame y la convivencia con sus ya creciditos hijos... y el abuelo, pobrecito, víctima de casi todas las maldades y bizarreadas del guionista (y también de Agnes). Sencillamente imperdible.
Cuando vi que podía descargar algo que se llamaba como la canción de Morcheeba y estaba en la categoría de documentales ni lo pensé. Hitteé el link y a esperar una media hora a ver de qué se trataba. Y vaya que me llevé una sorpresa. ¿Roma no fue construída en un día? No, claro, obviamente suena a imposible; pero acá nos tiran evidencia concreta. Lo que vamos a ver en este documental/reality es un grupo de seis obreros (o cinco y un capataz) reclutados en pleno Siglo XXI para construir una típica residencia romana... con los materiales y tecnologías de las épocas de Jesucristo. Y tienen seis meses para hacerlo. Al tiempo que podemos divertirnos viendo el desarrollo de las relaciones interpersonales de los obreros y sus avances (y retrocesos) en la obra, vamos descubriendo junto con ellos las maravillas del ars architectonica de los romanos. Entretenido y educativo, este programa es, para mí (estudiante de filosofía antigua, por lo demás), un verdadero must.

Sinceramente, no sé qué decir. Que nunca en mi vida me había reído tanto viendo TV. Que vuelvo a verlo, una y otra vez, y me sigo riendo tanto como la primera. Que algunas de las performances son absolutamente geniales. Seguramente, recordarán Whose Line Is It Anyway?. Bueno, Fast and Loose es un show de improvisaciones que va en esa línea. Y, en lo que respecta a mi recuerdo de Whose Line...? (en su versión yankee, la inglesa la estoy empezando a ver recién ahora), esta nueva serie de la BBC Two le pasa el trapo. Y para qué seguir malgastando el tiempo (el de ustedes, lectores, y también el mío) escribiendo si, dicen, una imagen vale más que mil palabras. Les dejo, entonces, dos videos para que se descostillen de la risa. El primero consiste en improvisar una escena, pero... bueno, el juego se llama Forward, Rewind, imagínense. El segundo es el Interpretative Dance, en donde un tipo baila la letra de una canción y otros dos (que evidentemente no la están escuchando) tienen que adivinar cuál es.



12.3.11

My new favourite... restó

Y sigo pateando los posts que tenía previstos. Ya escribiré sobre la TV británica y Let England Shake, pero hace unas horas, por segundo viernes consecutivo, tuve la oportunidad de cenar en Due Resto Café, un local chiquitito en Barrio Norte, Juncal casi Pueyrredón, imperceptible para el transeúnte distraído, inevitable para el buen observador: basta con mirar las mesas completas y las caras de satisfacción y goce de sus ocupantes para darse cuenta de que es un lugar digno de ser tenido en cuenta.
¿Por dónde empezar? ¿Por los exquisitos pinchos de pulpo grillado que tuve por entrada la semana pasada y esta noche ya no figuraban en el menú, porque les tocó ceder su lugar a otro delicioso plato con base en el mismo molusco? ¿Quizás esos ceviches de sabores tan delicados, las patitas de cangrejo, los platos de fiambres? ¿O los principales, carnes y peces y pastas para elegir con los ojos cerrados, total, todos son para rechuparse los dedos? ¿Los manjares de postres?
Ya que estamos, también es digna de mención una de las paneras más ricas que me he cruzado en el último tiempo. Pero no. Primero lo primero: hay que entrar al local. Al principio no parece una tarea sencilla, dado que la puerta está cerrada con llave y, habiendo sólo una persona para atender caja y mesas, la cosa puede demorarse algunos segundos; pero ni bien se abre la puerta llega la recompensa, en forma de una muy cálida y descontracturada bienvenida. 

Una vez adentro, ya sentado a la mesa, me dispongo a abrir la carta: seis entradas, cuatro postres, una decena de principales y otro tanto de vinos. Sumamente reducida, si pensamos en la media de los restaurants porteños, y sin embargo el problema que se me presenta no es cuantitativo; de hecho, casi diría que habría preferido encontrarme con dos o tres menúes fijos y no verme obligado a elegir una entre las decenas de combinaciones posibles, todas ellas igualmente tentadoras. De raíces itálicas y mediterráneas, cada uno de los platos llama la atención por esos toques de autor que sólo un verdadero chef sabe darles. Porque, a diferencia de lo que ocurre en muchas ocasiones, acá no nos encontramos con nombres rebuscados y "novedosos" para viejos conocidos (más bien leemos cosas como "spaghetti con frutos de mar", "mero a la vasca", "mollejas crocantes con miel"), sino que el arte radica en los ingredientes y sus mixturas.

Para amenizar la espera de los primeros platos hace su grandiosa aparición la magnífica panera, salida directamente del propio horno. Y ya en cada uno de estos panes podemos empezar a disfrutar de lo que, a mi juicio, es el sello de Due: ese gustito a lo artesanal, a eso que, sin perder una pizca de sofisticación, sigue siendo, esencialmente, casero; es como si, después de décadas en la cocina, la nonna se hubiese aventurado a visitar las más prestigiosas escuelas de gastronomía para darle nuevos toques a sus memorables almuerzos domingueros: un golazo, tan grande como el de Maradona a los ingleses, o el cabezazo de 40 metros de Palermo.

No me voy a detener en una descripción de las delicias que he comido en Due, más que nada porque no tengo ganas de que después alguno de mis queridos lectores se decepcione al no encontrarlas en la carta. Sí, en cambio, puedo decir que ha sido muy parejo (y muy bueno) el nivel de todo lo que allí he probado en las, si no muchas, tampoco pocas ocasiones en que he ido. Y también mencionar que, a diferencia de lo que suele ocurrir en cualquier restó clasificado como "de autor", las porciones son abundantes. Lo que quiero decir con esto es que yo, que vaya uno a saber si tengo un buen paladar, pero que es indubitable que tengo un buen apetito, siempre me fui con el estómago lleno- y el corazón contento. Esto último, claro, no tiene que ver sólo con lo saboreado: la atención, acaso "poco profesional", es sencillamente excelente; y, last but not least, pocas cosas son más gratificantes en un restaurant que mirar a través de la ventana de la cocina y ver que los dos o tres tipos encargados de preparar nuestra comida están, sobre todo, pasándola bien.


Claro, no todo en la vida es color de rosas, y Due no es un lugar perfecto: la carta de vinos resulta un tanto pobre (lo cual no quiere decir "mala": es reducida, no hay ningún extraordinario, deja con ganas de algo más, pero en ella suelen encontrarse muy buenos acompañantes para cualquiera de los platos), y el local, cuando se llena (cosa que pasa a menudo), es bastante ruidoso. Obviamente, esto no impide en absoluto que, cada vez que me voy, lo haga con intenciones de volver pronto.